Mi deseo más profundo es:
Poner mis brazos alrededor de tu cuello... mis piernas abrazando tu cintura y tú, dentro mío, desarmándome...
Así decía con trémula voz la negra nube al rayo que,
avasallante e impetuoso, se aproximaba. Luego, sonrojada y satisfecha, descargaba en cálida y copiosa lluvia de verano.
Él, después de la explosión, durmió a los pies de un olmo...
...Y florecieron los campos...
...Y el sol volvió a brillar...
LLuvia de verano
Cristina Leiva
Cris, Lacarancha
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