Romance


Dicen que dicen ancestrales rumores de los dioses que los bellos colibríes son las aves más diminutas, seductoras y sensuales de la naturaleza y que ante las rojas flores del notro que arden bajo el sol de primavera, vuelan hipnotizados hacia ellas que abren su corola ofreciéndoles su dulce e irresistible néctar.

Quien diría que estos tornasolados tucusitos sucumbiesen frente al sutil llamado de coloradas inflorescencias penetrándolas con su largo pico y  libando ese embriagante licor deseado por los dioses, fundiéndose en el más pasional de los  actos de amor hasta quedar exhaustos.



Nota al nargen: Tucusito: Nombre que recibe en Venezuela cierta clase de colibríes , específicamente este nombre se le da en Caracas a este tipo de aves.




Romance
Cristina L. Leiva - Cris,  Lacarancha


Despedida - (Version original de Me llueve. Me llueve)



Me llueve.
Mi cuerpo, mi universo
por dentro y por fuera
me llueve
y poco a poco se desgrana
surcando mi senda con filosos,
oscuros trocitos de perversión.

Y me  llueve...
Y me llueve...

Y miro a Calu con su pequeño cuerpo
pálido y saneado
y me parece suspendida desde los hombros
entre los broches de un tender
que con esfuerzo se eleva alto y con un hilito de voz
se hace oír
ante un compacto muro de periodistas.

Me llueve...
Me llueve...

Y Thelma me llueve
Y los intoxicados dedos de juan que la vulneran
me llueve.
Su desamparo me llueve
y su No resonando en la oscuridad,
que me atraviesa de la cabeza a los pies
y me estremece… también me llueve…

Me llueve...
Me llueve...

Y así me llueven los ojos
que ya no reflejan mi mirada.
Y me llueve la boca.
que ya no dibuja mi  sonrisa.
y mis palabras se ahogan silenciosas,
pequeñas, indefensas
en un mar invisible de impotencia.
Me llueven los pechos.
que ya no manan leche…
manan agua…
agua salobre de lágrimas de mar.
Me llueve el corazón, el alma, los recuerdos…
Me llueven  los días, las noches, la luna, las estrellas.
Me llueve el sol. Todo me llueve.
Mi fuente de vida que ya no da vida, Me llueve.
Me llueve el vientre,
y aquel nido de pájaros
que  albergó  mis pichones
con mi amor sin prisas, cálido y profundo
y que ya no están,
que levantaron vuelo.

Me llueve…
Me llueve…

Mientras la sombra de los árboles
se esconden de mí
recorro mi camino
desde el patio trasero de mi casa
hasta la confluencia del Limay y del Negro
con mi bamboleado mecimiento de mi andar
lento, pausado, cansador…
Me llueven los pies
y mis pasos se licuan
bajo el sol abrasador de este mediodía
iluminando mi senda de un agua salina
formada de penas, de lágrimas,
de nostalgias, de injusticias,
de mentiras,
de desamparo,
de verdades escondidas,
de silencios cómplices,
de olvidos,
de gritos desgarrados
de miedos y silencios,
de bosquejos de sonrisas…

Y me llueve...
Me llueve...

Y al llegar a la unión de los ríos,
ya evaporada, me despido.
Quizás  algún día
después de una inesperada lluvia veraniega
me regrese a la vida
en refrescante rocío matutino
rebosante de esperanzadas alegrías.

Quizás…


Quizás algún día me regrese.


Charo Bogarín y Malena Muyala - Pasos


Despedida 
 (Version  original de Me llueve. Me llueve)
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha




Quiero bailar un slowly


Me tiré sobre la cama recién tendida dispuesta a disfrutar de un descanso reparador. Me estiré…me estiré…

Cerré los ojos y comencé a relajarme tal como me habían enseñado.

Puse mi mente en blanco… no, no pude;  ella me juega siempre malas pasadas y se niega a quedarse así, vacía, quieta, por lo tanto apelé a otros recursos. 

Me trasladé a orillas del Limay en un atardecer fresco y calmo, con sus aguas verdes, frías y transparentes; la suave brisa, las amancáis y californianas, mis flores preferidas que crecian libres, adornan el paisaje.

Y empezó mi viaje…

Los dedos de mis pies fueron ágiles y tibios... mis piernas, volátiles… poco a poco una sensación extraña y dulce subió por todo mi cuerpo, mis brazos, mis hombros, mi frente…

Con intenso placer escapó de mis labios un profundo suspiro y un halo cálido y liviano se fue con él elevándose suavemente, como si una energía desconocida lo halara insinuante, a las alturas.

De repente lo vi entrar a mi habitación y acercarse a mi cama, como antes.

Casi no lo recordaba ya, con sus canas, su barba larga, su campera negra… su rostro risueño… Se veía muy bien. Ya no era ciego, no sentía dolor, no necesitaba su bastón.

Se encontraba erguido, alegre y sano… hacía tanto tiempo que no me visitaba…

La nostalgia me invadió y la ilusión de un nuevo comienzo a su lado me lleno el alma.

Se inclinó hacia mí.

- Quiero bailar un slowly, me dijo, y tendiéndome la mano me invitó a danzar como nunca antes lo habíamos hecho.

La música resonó fuerte en mis oídos. Todo el espacio se llenó de luz y del sonido del slowly mientras mi corazón explotaba de emoción.

Danzamos sin parar horas y horas. Nuestros rostros felices. Nuestras almas plenas.

Lentamente las órbitas de mis ojos se movieron y comencé a entrar nuevamente dentro de mí.

Comencé a desandar el camino regresando de mi viaje, lento, muy lento.  Mi frente…mis hombros…mis brazos.

Una sensación dulce y extraña bajaba por todo mi cuerpo; poco a poco mis piernas tuvieron peso…los dedos de mis pies, tibios aún, se encogieron.

Abrí mis ojos y lo vi desaparecer con una eterna sonrisa mientras me decía…- vuelve a empezar…

En mi cama, a mi lado, se sentía la tibieza de un cuerpo, y en mi rostro, la humedad de un beso.


Quiero bailar un slowly
Cristina Leiva, Cris, Lacarancha


Alguien me contó



Alguien me contó que escondido de miradas curiosas detrás de las coloridas flores de glicinas trepando el muro, un cartel que rezaba: “Susurrando  - bar " invitaba a entrar. Y hacia allí fui.

Al encontrarlo me asomé con dudas solo a la entrada para mirar.

Parecía ser el lugar tranquilo donde descansar, tomar un trago, transportarse saliendo de uno mismo.

 Yo necesitaba de vez en cuando ese descanso reparador como el que sospechaba obtendría al entrar así que dejé de lado mis pruritos y atravesé el umbral.

Me sorprendió gratamente la  totémica intimidad que se respiraba: penumbra…Blues… saxo apoyado sobre la silla… fotografías antiguas en la pared.

Un  dulzón aroma a canela inundaba  el ambiente y el son de” i’excessive “ invitaba al romance en que se encontraba aquella parejita de enamorados.

Me ubiqué  en la mesa más alejada, donde pudiera observar todo sin llamar la atención.

Pedí un trago y comencé a relajarme, a sentir toda la calma y  sosiego que me transmitía este lugar tan cálido y extraño.

En silencio me ganó la lasitud meciéndome en un letargo suave, incitante, como si mil pétalos de rosas me acariciaran el rostro dibujando sonrisas de placer y fue entonces que mi espíritu se hizo finito, finito, que sentí que salía de mi cuerpo, elevándome.

De pronto un estruendo seguido de una fuerte luz que contrastaba con la habitual penumbra de Susurrando bar nos sorprendió a todos los presentes, que ante esa repentina e inexplicable explosión sónica, misteriosamente,  respondimos abandonando juntos nuestras figuras humanas remontándonos al infinito.

Algunas cosas se borraron de mi recuerdo consiente pero alguien me contó que fuimos circunstanciales compañeros en este extraño viaje.

Alguien me contó también  que ya no éramos, ni hombres ni mujeres... ni altos ni bajos ni gordos ni flacos ni lindos ni feos ni viejos ni jóvenes, éramos...sólo mentes.

Mentes en acción poblando el universo.
Mentes  nuevas, remozadas, viejas, sabias oscuras sádicas chiquitas abiertas ácidas lascivas,  enormes, soberbias, simples, ingenuas, retorcidas intolerantes cerradas, iluminadas, fusionadas todas en una, amando, amándose, dejándose amar, comprendiendo que no hay ni espacio  ni tiempo ni vacío. Que todo es uno, que uno es todo iluminando el  cosmos con  poderosa fuerza.

El sonido de las bocinas del tren, único referente del paso del tiempo me sacó de ese trance íntimo y emotivo en que me encontraba.

Una sensación muy cálida, un cosquilleo en el corazón  me hacían notar que ya no era la misma. Que había vuelto a sentir.


Zaz - La Vie En Rose


Alguien me contó
Ceistina L. Leiva - Cris, Lacarancha



Margarita

La levantó del piso y tomándola entre sus manos totalmente enamorado le dijo:

- Ay mi amor, cuanto te amo. Serás mía toda la vida, mía y de nadie más. Me quieres verdad? Le preguntó.

- Me quieres Me quieres Me quieres.!!!
Solo un tenue crujido de dolor respondía sus preguntas.

- Si si si. Me quieres Me quieres. Yo lo sé. Eres mía, solo mía y de nadie más. Le decía mientras arrancaba su último, dolorido, asustado, pálido pétalo…

Margarita, tan blanca, tan nívea tan sola quedó incrustada en la calzada dejando en el cemento el sello de todas sus cicatrices, desgarradas huellas de cientos de Margaritas que como a ella a lo largo de la historia, les arrancaron la vida dejando solo la impronta de largas cadenas de ADN bordando lágrimas de mujeres de cristal


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Margarita
Cristina Leiva - Cris - Lacarancha


La derrota de Morana


Después de un sueño inquieto y asfixiante, bañado en un sudor frío que le calaba los huesos, abrió sus ojos y la vio allí, muy cerca suyo, y le sonreía.

Ella, vestida de provocativo rojo, con voz cálida y sensual, le tendió la mano y lo invitó a seguirla.

- Soy Morana - le dijo – Ven, pero él se negó.

Se encontraba desorientado, confundido.

¡Quién era esta mujer tan pulposa!? ¡¿Por qué estaba sentada a su lado, al borde de su cama?!

Tal vez la fiebre tan alta obnubilaba su razón y su cordura. No lograba entender cómo, pese a su voluminoso cuerpo, ella parecía no tener peso, no ocupar espacio y al mismo tiempo, extraña e inexplicable contradicción, lo ocupaba todo.

¿Sería la muerte, acaso? No. Imposible.

La muerte era cadavérica, de túnica negra y una hoz en su mano derecha; siempre en todos lados se la conoció así, en cambio ésta dama aquí presente… sólo por sus ojos... tal vez... podría ser... son tan profundos... tan negros... parecen albergar toda la oscuridad del universo.

Se estremeció de solo pensarlo imaginándose caer en el abismo de su mirada.

Morana, al notar sus temores y dudas pareció compadecerse por un instante y le abrió los ojos y la mente y él, comprendió.

Supo al fin que con tantas guerras, pestes, hambrunas y violencia desaparecían a diario pueblos enteros, con suicidios de inconformistas, con asesinatos vanos, enfermedades.

¿Cómo podría tener una extrema delgadez si su apetito por más y más vidas era voraz?

Morana, una vez más le tomo de la mano y con dulce voz para no asustarlo, le susurró al oído: ven, acompáñame... te prometo que no estarás solo.

A la larga todos tus afectos te encontrarán. Lo único que extrañaras será al sol. ________________________________________
Un rayito de luz de la mañana se coló por la ventana entreabierta y se escondió en el bolsillo de su camisa llenando de tibieza su corazón agonizante y entonces sí, se entregó mansamente y sin miedo la siguió con una plácida sonrisa porque, con la pícara complicidad matinal había logrado esconder de la muerte esa luz que, según alguien le había dicho por ahí, puede vencer a la más absoluta oscuridad.

Monti Csardas by Clara Cernat and Thierry Huillet

 La derrota de Morana
Cristina Leiva - Cris,
Lacarancha

Las reflexiones de Morana



La tristeza embargaba a Morana esa mañana.

Nunca había sentido la eternidad tan poblada de misterios, de recuerdos, de vivencias… y de fantasmas, y en esa eternidad tan grande y solitaria, la profundidad de su mirada se reflejaba, despiadada y cruel desde el bisel de su espejo.

Contemplaba su voluptuosa figura mientras se hacía mil preguntas que no alcanzaba a comprender y  mil dudas sin respuestas habitaban sus pensamientos.

No entendía por qué, aun los más expertos, los que decían conocerla la presentaban como la parca, una flaca parca calavera puro huesos sin formas ni curvas ni deleites ni color…siempre vestida con esa asexuada túnica larga y negra, desabrida e insulsa y una hoz.

Pobre Morana, no entendía por qué si decían conocerla, la veían así; si ella se miraba en la espejada cara de la luna, en las aguas serenas de un lagunar y se veía tal cual es: una mujer. Una mujer tan hermosa, tan satisfecha, deseable… rozagante, llena de curvas, de redondeces sensuales y a la vez tan voraz, que su cuerpo no paraba de crecer y crecer y crecer.

Sus pensamientos se detienen un eterno segundo suspendidos ante un abismo y se pregunta si habrá una sola persona que en algún momento de su vida no esperara con ansiosa desesperación sentir el apasionado beso de su boca succionando la suya hasta halar dentro de sí, todo, completo, su último aliento.

Morana gira su cabeza con esfuerzo y clavando su penetrante mirada en mis ojos y en los tuyos nos dice:

-Díganme. ¡Vamos, sean sinceros! ¿Quién habiendo conocido las deliciosas sensaciones del amor no deseará sentir algún día la orgásmica experiencia de penetrar en mí, recorrer mi oscura cavernosa matriz y una vez alcanzado el clímax, descansar con plena lasitud dejando de percibir toda emoción…toda sensación…?:

 ¡No más gozos ni miedos, no más risas ni llantos, no más alegrías ni dolor?

Siempre creando rumores sobre mí. Dicen que soy mala, fría, implacable, que no aliento ni contengo ni incentivo ni nada. Que solo envuelvo vuestros cuerpos en un gélido manto de silencio y soledad pero, para ser sincera, los que eso rumorean no son justos. Solo se han dejado seducir por las ilusorias palabras de mi hermana Lihue, la vida.

¡Ella sí que sabe engañar! Ella sí que es verdaderamente…¡Implacable!

Ella, un día arrebola tus mejillas y al otro inunda tus ojos con lágrimas de tristeza y tu alma con desengaños y  humo, y su sonrisa plena de calor y de sol opaca mi generosidad que te atraerá hacia mi cuando el dolor al que te someta Lihue te parezca insoportable y solo entre mis brazos protectores calmes tu agonía sea ya por plagas, guerras, largas enfermedades, atroces imprudencias, dolorosísimas penas de amor, injusticias, ausencias difíciles de aceptar, violencia.
                                    ___________________________________________________

Hora cero. Un halo de luz se cuela por el ojo de la cerradura.

Morana se apresura a esconder sus lágrimas.

Pone rímel en sus largas pestañas. Pinta sus labios con un seductor y aterciopelado color rojo. Tacones altos y su sensual vestido que destaca sus curvas de mujer.

Lihue y Morana… Morana y Lilhue... La Vida y la muerte tomadas de las manos salen juntas por esos caminos a recorrer nuestro mundo en un nuevo día.

Tal vez a vos te encuentre primero la vida... a mí, quizás hoy, la muerte me alcance y me cobije entre sus brazos.

Ahí llega… al fin la escucho. Viene por mí.

- Morana, hace tanto que te espero… G r a c i a s………______

Morana: Significa "muerte" en eslavo. En la mitología Eslava, este era el nmbre de la diosa del invierno y la muerte.
                                                               Mina - Balada para mi muerte

Las reflexiones de Morana
Cristina Leiva - C ris, Lacarancha

Obsesión

Hace frío, llueve.
Mi piel te reclama y
mis sentidos corean un clamor:
Vuelve... vuelve, amor, vuelve...
Te quiero cerca, muy cerca.

Quiero sentir tu corazón palpitar junto al mío.
Quiero sentir tu sangre caliente
bullendo,
corriendo arrebatada por tus venas,
pujando por salir.

No me basta ya bordar palabras doradas en tu cuerpo.
No me basta grabar con fuego rosas rojas en mi piel.

Ya conoces mi pasión.

Todos saben que me amas...
que te amo..
que te pertenezco...
que me perteneces.
No. Ya no me basta.

Solo espero guardar dentro de mí
tu mirada anhelante
y beber hasta la última gota de tu sangre
hasta embriagarme
y no despertar.

" Nota al margen: El amor libera, no encarcela - D, I. - #NiUnaMenos

Obsesión
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha