Pedernal



Hace como 300 millones de años la tierra era un súper continente. Todo tierra… Pangea se llamaba.

 Luego comenzó a dividirse y nacieron los continentes. Éstos se llenaron de árboles verdes de todo tipo, de flores y otras plantas y de animales también.

En nuestra  Patagonia crecieron las araucarias, las lengas y los cipreses que en el paciente caminar del tiempo fueron muriendo para dar nacimiento a otros árboles y sus añosos restos se perdieron en la más absoluta oscuridad, sin oxígeno, sin nada… solo soledad y silencio… silencio y soledad.

Lentamente esos troncos de araucarias, lengas y cipreses se fueron transformando en madera petrificada… en ópalo… en ágata…  en cuarzo… en pedernal.

Al llegar la edad de piedra, por fin  el hombre primitivo hizo chocar dos trozos de pedernal y gracias a la sílice, de un chispazo nació el fuego.

Tuvo que pasar toda una eternidad para que se pudiera provocar una fogata con 1 encendedor de pedernal, sin embargo en este sur lleno de nieve, un día nos encontramos tú y yo, nuestras miradas se perdieron una dentro de la otra, y solo un instante fue suficiente para encender una hoguera y la nieve se derritiera.

Existen evidencias del control del fuego por parte del Homo erectus hace 1,5 millones de años ( en el paleolítico ) quienes fueron capaces de reproducirlo y mantenerlo. ,El pedernal que pertenece a la variedad de la sílice lo produce al chocar con un eslabón de acero


Pedernal

Cristina L. Leiva - C ris, Lacarancha

Reflexiones de mi memoria 24-03-17


Un año más y ¿van?... no se… dicen  que 41. Quizás ya no recuerde exactamente cuántos años pasaron desde aquel 21 de setiembre pero mi piel, tiene memoria mis ojos tienen memoria las cicatrices dejadas en los cuerpos indefensos tienen memoria la ausencia, tiene memoria.

¡La puta madre este dolor que aun siento!

La desesperanza cotidiana, en un intento de sobrevivencia se viste de verde  y jamás olvida susurrarme al oído -“la justicia llegará”. 

Esta interminable espera tiene memoria y aun duele, ¡Vaya que duele!

Mi Memoria siempre evoca el pelo largo de mis compañeros del colegio y los delantales cortos de mis compañeras. Cortar el pelo y bajar los ruedos parecían ser la simple formula de algunos adultos de antaño para cuidar la moral, el honor y las buenas costumbres pueblerinas.

Claro  que mi memoria, mi mejor valor, también recuerda risas, amistades inolvidables,  amores, besos, canciones que alentaban nuestras ganas de luchar; mi memoria me recuerda siempre, siempre, aquellos principios y valores, utopías que le dicen, utopías de chocolate  bañadas de esperanzas y de colores cálidos, vibrantes como nuestra juventud, eran metas incubadas por el sol.

Estábamos tan seguros que haríamos un mundo más justo, y después, no fue, no sé lo que paso, ¿O si lo sé?

 Si seguro que lo sé porque ella, mi memoria, también me recuerda el miedo, el terror que sentía por las noches al escuchar los cascos de caballos de la montada contra el empedrado de la calle
Chacabuco, allá por el 75... en Tucumán... y también cuando mi madre dijo:

 ¡No te quiero héroe... te quiero VIVO!, en un desgarrador aullido.

Mi memoria me recuerda que aquel día dije  ¡Basta!,  y después de ese ¡Basta!, lloré… y lloré… y lloré hasta hacerme pequeñita nuevamente y aun hoy, en que no recuerdo bien cuantos años pasaron, intuyo que siempre tendré esa duda lacerante y cruel que mantiene mi alma en constante inquietud,  en ese grito silencioso ya pero profundamente desgarrador y me sigo preguntando una y mil veces sin encontrar respuestas: por qué… por qué... por qué...Y aun espero


Reflexiones de mi memoria
    24-03-17
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

Saludos findeañeros 2020


En todo este tiempo, los días se me hicieron muy largos y sus noches interminables pese a que cada uno de ellos duraba en teoría, según mi calendario, la misma cantidad de 24 horas y hoy, 30 de diciembre del 2019 me encuentro con que faltan solo dos días para terminar el año, este año que tanto me costó transitar.

Mi corazón, como el tuyo y el tuyo y el tuyo es un músculo elástico y cuando más personas conozco voy aprendiendo a apreciarlas, a quererlas, a valorarlas, a aceptarlas tal cual son y de esta manera, casi sin darme cuenta, él se estira, se estira, despacito, de a poquito, saboreando el calorcito que emite el cariño, el amor, el respeto cual deliciosos caramelos de miel y más gente se acomoda dentro de él… dentro de mí.

Es por esto que pretendo abrazar a cada uno de mis  familiares y amigos cercanos y lejanos, a mis conocidos y compañeros que se han cruzado conmigo a lo largo de mi vida,  a mis compañeros escritores de La mano en la sed, a mis queridos compañeros y amigos que me tuvieron tanta paciencia llevándome de la mano por los caminos de la fe budista que practico.

Para todos, con todo mi amor, mi amistad, mi cariño sincero les deseo con toda mi alma que este 2020 lo iniciemos con nuevas esperanzas, con ganas, con fuerza... con mucha fuerza y determinación para levantarnos ante cualquier circunstancia que nos haga trastabillar y que si tenemos una caída muy fuerte, retrocedamos nada más que dos pasos, como dice mi maestro de vida, para que el agacharnos nos sirva de pívot impulsándonos a dar el gran salto sobre cualquier barrera que se interponga en nuestro camino y avanzar… avanzar… avanzar sin dejarnos vencer… sin bajar los brazos…. y como siempre, con las manos abiertas hacia el otro para ayudarlo a sostenerse y acompañarnos, siempre juntos,  en este viaje que nos significa el vivir. 

Como comprenderán, no puedo hacerles llegar un presente de fin de año a cada uno, así que decidí regales un bellísimo poema de Hamlet Lima Quintana:

No estamos solos

No estamos solos
No; no estamos solos para cortar las sombras,
ni para alimentar la vanidosa soledad,
darle un sentido al acto heroico,
tan repetidamente heroico, de vivir.
Algunos que no pueden hablar dejan sus señas;
otros señalan la palabra necesaria
y todos
definitivamente todos,
nos repartimos un poco de la luz
como si fuera un pan y una esperanza.
Hay gritos que parecen mariposas
y hay mariposas que suenan más que los silencios.
Pero también hay silencios,
pavorosos,
en la mitad de la palabra.
No; no estamos solos para cortar las sombras.
La duda está en saber o dar por descontado
que conocemos el camino,
la ruta,
el tiempo,
este camino del animal al hombre.
Y desde entonces,
desde que hablamos de cualquier manera,
hay un hombre en la luz
que nos está llamando
desesperadamente.

Los quiero. Feliz 2020.

Cristina Leiva, Cris, Lacarancha


Saludos findeañeros 2020
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha