Comprensión de la soledad

Cuando murió mi padre no lloré, no fui a su sepelio ni le ofrendé una flor.

Cuando murió mi abuelo lloré, me despedí, y nunca cuidé de su tumba.

Cuando murió mi madre lloré,  si, llore, me despedí, me dolió muchísimo, pero luego  fui a bailar. Jamás  visité su  última morada.

Cuando murió mi hermano, lloré, sufrí, lo compadecí, me despedí, le puse una flor, pero tampoco fui nunca a visitarlo al cementerio.

Cuando murió mi amor,  lloré, sufrí, lo compadecí  y me compadecí, me desgarré, aullé… mis alaridos de dolor atravesaron  como una flecha  el universo todo,  me despedí, pero  jamás, jamás, acompañé sus restos, ni  dignifiqué el envase que albergó su espíritu ni con lápidas de mármol ni candelabros de bronce, ni velas…solamente hice  mil grullas de papel  con mil mensajes de amor  cubriendo  su féretro  para que lo acompañaran  con su vuelo  al nirvana, y nunca más regresé  a visitarlo

Hoy construyo mi futuro, y sé que cuando la muerte sea mi presente, habré comprendido, por fin, la soledad

Carla Bruni - Tout le monde


Comprensión de la soledad
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha




Pensando el amor

Lo ama
Lo quiere
Lo sueña
Lo necesita
Lo busca
Lo busca en el aire,
en el vuelo de los pájaros,
en la  luz de la mañana,
en la oscuridad de la noche,
en la soledad de sus días…
Las gotas de lluvia, mansas y suaves
 como un dolor amortiguado
alivian su espíritu con un dulzor
 húmedo como un beso,
 cálido como un abrazo contenedor 
y se fusionan con sus lágrimas.
Luego, se duerme.


Pensando el amor
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

Piensa en mi - Chavela Vargas



Sabiduría amorosa


Sabiduría amorosa
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha



Cita a las seis


La hora se aproxima. lo sabe bien. Hacen ya 6 meses que espera, ansiosa y excitada. ese instante único e irrepetible de sublime encuentro.

Comienza los preparativos con el ritual acostumbrado para una intensa noche de amor. 

Guarda en el rinconcito mas escondido de su alma ese bello cofre de doble fondo con sus recuerdos más importantes: amores... desamores… éxitos... fracasos... soledades... alegrías... anhelos.

Guarda absolutamente todo; sus más íntimos sentires que nadie, nunca, los conocería.  perfectamente escondidos. 

No quiere que persona alguna viole su guardada intimidad, jamás.

Prepara con sensual ansiedad su lencería, su peinado, su perfume, su boca y sus tacos, rojos como el fuego que crepita en su corazón.

Enciende una vela, perfuma el ambiente, y espera.

Las 6 en punto. El llega. Le extiende la mano y la invita a bailar junto a él la más eróticas de todas las danzas:

La danza de la muerte.

Se entrega a sus brazos dócilmente, con sumo placer, ataviada con una fina mortaja colorada.



Cita a las seis
Cristina Leiva - Cris. Lacarancha

MINA - balada para mi muerte



Ngenechen


El arrullo del viento acompaña sus días. Hoy su hogar es la espesura cordillerana y su mayor gozo sigue siendo el sentir bajo sus pies el pastoso crujir de las hojas secas del invierno.

Recuerda aquel día tan especial. Los árboles habían atrapado a la luna entre sus ramas pintando el paisaje de un halo especial... brillante...luminoso, cuando todo comenzó.

La fría tonalidad tenue y azulada se transformaba con lentitud en los cálidos colores terracotas que se encienden de rojo ante la presencia del amor y dejándose ganar por la nostalgia, asoma desde las profundidades de la tierra y se tiende a soñar.

Su sueño le trae lujuriosos recuerdos de aquel arroyo formado por las heladas aguas del deshielo que venían socavando sus entrañas desde el Tronador y que emergían con vigorosa energía en aquella torrentosa Cascada de los alerces.

Se ve reflejada en el voluptuoso espejo de esas aguas que la erosionaban y pese al dolor y al cansancio en que la sumía ese pasional momento cuanto placer sintió al evocar esos instantes tan íntimos, intensos, mágicos en que se dejó envolver, hacia tanto tiempo ya, por frenéticas y perfumadas caricias de aquel eterno chispazo de amor.

Al salir de su ensoñación preguntó a Ngenechen si ése intervalo apasionado de su existencia había sido un aparente instante carente de ternura, pero no esperó su respuesta.


Ngenechen
Cristina Lieva - Cris, Lacarancha




Triunfo

Un respiro mas. Solo uno. Profundo, muy hondo.

Conteniendo todo el aire en sus pulmones el corazón explota en un grito jubiloso que escapa rompiendo su garganta.

 Llegueeeeeeeeeeeeeeeeeeeee !!!

Jadeando levanta los brazos y cruza la línea. Alcanza su meta

Nana Mouskouri and Gheorghe Zamfir - Milisse mou

Triunfo
Cristina Leiva - Cris. Lacarancha



El nido

Cuando nací  las hadas me regalaron un nido que guardaron en mi corazón. Un nido con pichones tan pequeñitos como yo.

Crecí orgullosa pensando que era la única que había recibido semejante regalo y que cuando fuera grande tendría mis propios pájaros y que con ellos levantaría vuelo alto, muy alto y sentiría en mi rostro el aire fresco de la libertad, pero a medida que iba creciendo, ellos también lo hacían más rápido y más grandes, mucho más que yo  y pujaban por salirse de mi pecho. Esto me hacía sentir oprimida porque no podía respirar. Ellos  iban ocupando todo el espacio dejándome sin corazón, sin aire, sin luz.

Pero era mi nido con mis pichones y yo los acariciaba y quería cuidar. Los protegía para que nadie al descubrirlos los contaminara. Yo quería que fueran hacedores de paz y por eso los mantenía en mi pecho pese a mi opresión.

Un día dieron un tremendo estirón, casi se me escapan por los ojos.

Justo justo coincidió con la matanza  de mi  hermano. Los acaricié y les dije: calma. Ya pasará y saldremos juntos a volar.

Y así, pasando los años, un día desapareció Santiago y al otro encarcelaron injustamente a Milagros, después quedaron cientos y cientos de jóvenes sin trabajo, al siguiente  desaparecieron sus derechos, y ganó el olvido o la indiferencia o el hastío o quizás sea la desesperanza, aun no lo sé.  

Los pichones ya no cabían en  el nido. Los sentía  enormes revoloteando dentro de mí queriendo salir y la cavidad en mi pecho era tan pequeña que el aletear de sus alas me lastimaba. Pero yo, no quería dejarlos salir.

Y asi fue que amaneceres con frío y sin gas, anocheceres sin luz, largas jornadas con hambre, sin sueldos, sin el refugio de una vivienda estos pichones que por tanto tiempo guarde en mi interior se transformaron, alimentándose de violencia, crecieron crecieron crecieron y ya no pude sujetarlos más.

Escaparon, tomaron las calles, consiguieron armas, y los culparon de violentos y vino el gato que, sazonados como deliciosos bocaditos de crueldad adornados de mononos copitos profanos se los comió en la temporada de pichones.



El nido 
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Cristina Leiva - Cris, Lacarancha


Remembranzas ictéricas del último finde


Cuando termina el año solemos hacer un balance de nuestras vidas, tomamos nota de nuestros aciertos y también de nuestros errores, recordamos ausencias, damos la bienvenida a nuevos amores, celebramos la llegada de los brotes recientes.

Mientras se acerca la hora clave anhelo encontrarme en un profundo abrazo con mi hermano a quien no veo nunca por la distancia que nos separa.

 Las 12 de la noche, la hora por todos esperada asoma su nariz.  Esta cerca, Muy muy cerca. La tele no da tregua con su institucional findeañero.

La voz de la ictérica diva televisiva resuena en todos los ambientes:

-“Dicen que las cosas simples de la vida hacen más feliz nuestra existencia.“-

Pienso que ellos, los que nos tienen prisioneros, se aprovechan que en estos días nuestra emotividad está a flor de piel, vaya a saber por qué y pretenden con su discurso anestesiarnos el alma y los sentidos y el corazón y la mirada usando nuestro propio sensible pensamiento diciendo:

-“En el encuentro con la familia, los amigos, hacer lío, cantar, bailar, reír, reír hasta que te duela la PANZA -dice la diva agudizando la voz para remarcar la palabra   Panza - está el verdadero placer de la vida.”-

Quizás sea cierto, en estas pequeñas simples cosas está el verdadero placer de la vida, claro, si tuviésemos pan, si tuviésemos trabajo, si tuviésemos salud. Si tuviésemos derechos, si tuviésemos esperanzas…si tuviésemos una vida, una vida como la que teníamos, como las que nos quitaron con falsos discursos amarillos.

-“Está por comenzar el año nuevo.
Realicemos nuestros deseos.
Encontremos el tiempo para cumplirlos.
Feliz 2018 para todos”-

Y al fin el año viejo de retira con  tristeza e irrumpe el 2018, recién nacido, en medio de las risas y los brindis con la más cara y burbujeante champaña en la mesa de Susana.

En nuestra mesa, la mesa de los pobres, brindamos con una sidra, una media sonrisa  que contiene mucho más de tristeza que de alegría, escondiendo en el corazón la desesperanza y  el miedo.


Remembranzas ictéricas del último finde 
(Cristina Leiva - Cris, Lacarancha)