La derrota de Morana


Después de un sueño inquieto y asfixiante, bañado en un sudor frío que le calaba los huesos, abrió sus ojos y la vio allí, muy cerca suyo, y le sonreía.

Ella, vestida de provocativo rojo, con voz cálida y sensual, le tendió la mano y lo invitó a seguirla.

- Soy Morana - le dijo – Ven, pero él se negó.

Se encontraba desorientado, confundido.

¡Quién era esta mujer tan pulposa!? ¡¿Por qué estaba sentada a su lado, al borde de su cama?!

Tal vez la fiebre tan alta obnubilaba su razón y su cordura. No lograba entender cómo, pese a su voluminoso cuerpo, ella parecía no tener peso, no ocupar espacio y al mismo tiempo, extraña e inexplicable contradicción, lo ocupaba todo.

¿Sería la muerte, acaso? No. Imposible.

La muerte era cadavérica, de túnica negra y una hoz en su mano derecha; siempre en todos lados se la conoció así, en cambio ésta dama aquí presente… sólo por sus ojos... tal vez... podría ser... son tan profundos... tan negros... parecen albergar toda la oscuridad del universo.

Se estremeció de solo pensarlo imaginándose caer en el abismo de su mirada.

Morana, al notar sus temores y dudas pareció compadecerse por un instante y le abrió los ojos y la mente y él, comprendió.

Supo al fin que con tantas guerras, pestes, hambrunas y violencia desaparecían a diario pueblos enteros, con suicidios de inconformistas, con asesinatos vanos, enfermedades.

¿Cómo podría tener una extrema delgadez si su apetito por más y más vidas era voraz?

Morana, una vez más le tomo de la mano y con dulce voz para no asustarlo, le susurró al oído: ven, acompáñame... te prometo que no estarás solo.

A la larga todos tus afectos te encontrarán. Lo único que extrañaras será al sol. ________________________________________
Un rayito de luz de la mañana se coló por la ventana entreabierta y se escondió en el bolsillo de su camisa llenando de tibieza su corazón agonizante y entonces sí, se entregó mansamente y sin miedo la siguió con una plácida sonrisa porque, con la pícara complicidad matinal había logrado esconder de la muerte esa luz que, según alguien le había dicho por ahí, puede vencer a la más absoluta oscuridad.

Monti Csardas by Clara Cernat and Thierry Huillet

 La derrota de Morana
Cristina Leiva - Cris,
Lacarancha

Las reflexiones de Morana



La tristeza embargaba a Morana esa mañana.

Nunca había sentido la eternidad tan poblada de misterios, de recuerdos, de vivencias… y de fantasmas, y en esa eternidad tan grande y solitaria, la profundidad de su mirada se reflejaba, despiadada y cruel desde el bisel de su espejo.

Contemplaba su voluptuosa figura mientras se hacía mil preguntas que no alcanzaba a comprender y  mil dudas sin respuestas habitaban sus pensamientos.

No entendía por qué, aun los más expertos, los que decían conocerla la presentaban como la parca, una flaca parca calavera puro huesos sin formas ni curvas ni deleites ni color…siempre vestida con esa asexuada túnica larga y negra, desabrida e insulsa y una hoz.

Pobre Morana, no entendía por qué si decían conocerla, la veían así; si ella se miraba en la espejada cara de la luna, en las aguas serenas de un lagunar y se veía tal cual es: una mujer. Una mujer tan hermosa, tan satisfecha, deseable… rozagante, llena de curvas, de redondeces sensuales y a la vez tan voraz, que su cuerpo no paraba de crecer y crecer y crecer.

Sus pensamientos se detienen un eterno segundo suspendidos ante un abismo y se pregunta si habrá una sola persona que en algún momento de su vida no esperara con ansiosa desesperación sentir el apasionado beso de su boca succionando la suya hasta halar dentro de sí, todo, completo, su último aliento.

Morana gira su cabeza con esfuerzo y clavando su penetrante mirada en mis ojos y en los tuyos nos dice:

-Díganme. ¡Vamos, sean sinceros! ¿Quién habiendo conocido las deliciosas sensaciones del amor no deseará sentir algún día la orgásmica experiencia de penetrar en mí, recorrer mi oscura cavernosa matriz y una vez alcanzado el clímax, descansar con plena lasitud dejando de percibir toda emoción…toda sensación…?:

 ¡No más gozos ni miedos, no más risas ni llantos, no más alegrías ni dolor?

Siempre creando rumores sobre mí. Dicen que soy mala, fría, implacable, que no aliento ni contengo ni incentivo ni nada. Que solo envuelvo vuestros cuerpos en un gélido manto de silencio y soledad pero, para ser sincera, los que eso rumorean no son justos. Solo se han dejado seducir por las ilusorias palabras de mi hermana Lihue, la vida.

¡Ella sí que sabe engañar! Ella sí que es verdaderamente…¡Implacable!

Ella, un día arrebola tus mejillas y al otro inunda tus ojos con lágrimas de tristeza y tu alma con desengaños y  humo, y su sonrisa plena de calor y de sol opaca mi generosidad que te atraerá hacia mi cuando el dolor al que te someta Lihue te parezca insoportable y solo entre mis brazos protectores calmes tu agonía sea ya por plagas, guerras, largas enfermedades, atroces imprudencias, dolorosísimas penas de amor, injusticias, ausencias difíciles de aceptar, violencia.
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Hora cero. Un halo de luz se cuela por el ojo de la cerradura.

Morana se apresura a esconder sus lágrimas.

Pone rímel en sus largas pestañas. Pinta sus labios con un seductor y aterciopelado color rojo. Tacones altos y su sensual vestido que destaca sus curvas de mujer.

Lihue y Morana… Morana y Lilhue... La Vida y la muerte tomadas de las manos salen juntas por esos caminos a recorrer nuestro mundo en un nuevo día.

Tal vez a vos te encuentre primero la vida... a mí, quizás hoy, la muerte me alcance y me cobije entre sus brazos.

Ahí llega… al fin la escucho. Viene por mí.

- Morana, hace tanto que te espero… G r a c i a s………______

Morana: Significa "muerte" en eslavo. En la mitología Eslava, este era el nmbre de la diosa del invierno y la muerte.
                                                               Mina - Balada para mi muerte

Las reflexiones de Morana
Cristina Leiva - C ris, Lacarancha