Madres







Madres
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

Reflexiones de mi conciencia

En este punto de mis cuentos de terror que hielan la sangre quisiera tomar un ratito para respirar profundo y compartir con uds. una breve pero muy íntima reflexión personal haciéndome eco que soy como todos, parte de la historia.

Mi alma ha recorrido un largo camino hasta llegar al hoy, y estoy segura que la de uds, lectores, también. Todos somos parte de la historia.

En el  golpe del 76 resistí como pude, encerrada en mi misma, conteniendo mis gritos, impidiéndome sonreír... dejándome morir. En el año siguiente, en el 77 nacía “la rondas de los jueves”, caminando de a dos, transformándose en lucha.

 Luego de un largo tiempo, para mi eterno, llegó nuevamente la democracia y me propuse enseñar a mis hijos el valor de la tolerancia, de  lo que significaba vivir en libertad, de poder expresar nuestras ideas, la importancia de tomar las riendas de nuestras propias vidas, nuestras propias decisiones y después hacernos cargo de los resultados de las mismas, sin echar afuera de nosotros las culpas de un fracaso.

Yendo por este camino de aciertos y tropiezos, en este aprendizaje de libertad pasaron ante mí la era Menen, de la Rúa, los que en el lapso de mas o menos 10 dias le sucedieron como: Puerta, Rodriguez Saa, Camaño, Duhalde...luego, Néstor y Cristina hasta hoy, con Macri.

Confieso que con la llegada de Alfonsín me sentí emocionada porque con el retornaba la democracia a nuestro país, tan vapuleado por propios y ajenos pero también con otros me sentí abochornada, como con Menen; con de la Rúa me sentí culpable y avergonzada por haberlo votado; De Nestor y Cristina valoré y valoro enormemente  su sentido de  respeto por la vida, por la dignidad, por el país y con Macri, bueno, no hace falta decir más, basta leerme.

Sólo soy una ciudadana común con sentido social pero sin conocimiento de manejos políticos y mi análisis quizás sea muy lineal, pero mi corazón no es retorcido y no entiendo otro lenguaje que el del sentido común y ese sentido común me dice  que  madres y abuelas de plaza de mayo, mujeres como yo, como vos, como muchas, luchan sin bajar los brazos ni un instante en busca de justicia. Si. Justicia, no venganza.

Estas mujeres arriesgaron sus propias vidas, quedándose sin sueños,...sin alma... sin rostros propios, para defender a sus hijos y a los nuestros, cuando muchos de nosotros y nosotras  nos quedábamos en casa, ya sea  por indiferencia o por cobardía más grande que nuestro sentido de justicia que hacía que, a puertas cerradas nuestros pensamientos por la defensa de nuestras libertades solo fueran charlas de café para pasar el tiempo y hacernos sentir sin culpas.

Son muchos los nietos recuperados a su verdadera identidad, 128, y aunque faltan muchos más por encontrar, ellas, las madres y abuelas pese a todo, pese a las ofensas, desvalorizaciones, humillaciones que reciben por un sector de nuestra sociedad  siguen su lucha por la justicia y la verdad, sin bajar los brazos, sin claudicar jamás, con el coraje y la determinación de siempre, aunque la sombra de infundios pretenda taparles el sol.

Mi admiración, mi amor, mi respeto y mi agradecimiento para ellas.


Querido lector, no olvidemos que así como nuestros hijos son el reflejo de nuestras familias, nuestra sociedad es el reflejo de todos nosotros por eso te propongo que hagamos un cambio positivo a partir de nosotros mismos.

Nota al margen ; Relato de mi libro El Cazador - Capítulo: Cuentos de terror que hielan la sangre








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