Quiero bailar un slowly


Me tiré sobre la cama recién tendida dispuesta a disfrutar de un descanso reparador. Me estiré…me estiré…

Cerré los ojos y comencé a relajarme tal como me habían enseñado.

Puse mi mente en blanco… no, no pude;  ella me juega siempre malas pasadas y se niega a quedarse así, vacía, quieta, por lo tanto apelé a otros recursos. 

Me trasladé a orillas del Limay en un atardecer fresco y calmo, con sus aguas verdes, frías y transparentes; la suave brisa, las amancáis y californianas, mis flores preferidas que crecian libres, adornan el paisaje.

Y empezó mi viaje…

Los dedos de mis pies fueron ágiles y tibios... mis piernas, volátiles… poco a poco una sensación extraña y dulce subió por todo mi cuerpo, mis brazos, mis hombros, mi frente…

Con intenso placer escapó de mis labios un profundo suspiro y un halo cálido y liviano se fue con él elevándose suavemente, como si una energía desconocida lo halara insinuante, a las alturas.

De repente lo vi entrar a mi habitación y acercarse a mi cama, como antes.

Casi no lo recordaba ya, con sus canas, su barba larga, su campera negra… su rostro risueño… Se veía muy bien. Ya no era ciego, no sentía dolor, no necesitaba su bastón.

Se encontraba erguido, alegre y sano… hacía tanto tiempo que no me visitaba…

La nostalgia me invadió y la ilusión de un nuevo comienzo a su lado me lleno el alma.

Se inclinó hacia mí.

- Quiero bailar un slowly, me dijo, y tendiéndome la mano me invitó a danzar como nunca antes lo habíamos hecho.

La música resonó fuerte en mis oídos. Todo el espacio se llenó de luz y del sonido del slowly mientras mi corazón explotaba de emoción.

Danzamos sin parar horas y horas. Nuestros rostros felices. Nuestras almas plenas.

Lentamente las órbitas de mis ojos se movieron y comencé a entrar nuevamente dentro de mí.

Comencé a desandar el camino regresando de mi viaje, lento, muy lento.  Mi frente…mis hombros…mis brazos.

Una sensación dulce y extraña bajaba por todo mi cuerpo; poco a poco mis piernas tuvieron peso…los dedos de mis pies, tibios aún, se encogieron.

Abrí mis ojos y lo vi desaparecer con una eterna sonrisa mientras me decía…- vuelve a empezar…

En mi cama, a mi lado, se sentía la tibieza de un cuerpo, y en mi rostro, la humedad de un beso.


Quiero bailar un slowly
Cristina Leiva, Cris, Lacarancha


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