En todo este tiempo, los días se me hicieron muy largos y
sus noches interminables pese a que cada uno de ellos duraba en teoría, según
mi calendario, la misma cantidad de 24 horas y hoy, 30 de diciembre del 2019 me
encuentro con que faltan solo dos días para terminar el año, este año que tanto
me costó transitar.
Mi corazón, como el tuyo y el tuyo y el tuyo es un
músculo elástico
y cuando más personas conozco voy aprendiendo a apreciarlas, a quererlas, a
valorarlas, a aceptarlas tal cual son y de esta manera, casi sin darme cuenta,
él se estira, se estira, despacito, de a poquito, saboreando el calorcito que
emite el cariño, el amor, el respeto cual deliciosos caramelos de miel y más
gente se acomoda dentro de él… dentro de mí.
Es por esto que pretendo abrazar a cada uno de mis familiares y amigos cercanos y lejanos, a mis
conocidos y compañeros que se han cruzado conmigo a lo largo de mi vida, a mis compañeros escritores de La mano en la
sed, a mis queridos compañeros y amigos que me tuvieron tanta paciencia llevándome
de la mano por los caminos de la fe budista que practico.
Para todos, con todo mi amor, mi amistad, mi cariño
sincero les deseo con toda mi alma que este 2020 lo iniciemos con nuevas
esperanzas, con ganas, con fuerza... con mucha fuerza y
determinación para levantarnos ante cualquier
circunstancia que nos haga trastabillar y que si tenemos una caída muy fuerte,
retrocedamos nada más que dos pasos, como dice mi maestro de vida, para que el agacharnos nos
sirva de pívot impulsándonos a dar el gran salto sobre cualquier barrera que se interponga en
nuestro camino y avanzar… avanzar… avanzar sin dejarnos vencer… sin bajar los
brazos…. y como siempre, con las manos abiertas hacia el otro
para ayudarlo a sostenerse y acompañarnos, siempre juntos, en este viaje que nos significa el vivir.
Como comprenderán, no
puedo hacerles llegar un presente de fin de año a cada uno, así que decidí
regales un bellísimo poema de Hamlet Lima Quintana:
No estamos solos
No estamos solos
No; no estamos solos para cortar las sombras,
ni para alimentar la vanidosa soledad,
darle un sentido al acto heroico,
tan repetidamente heroico, de vivir.
Algunos que no pueden hablar dejan sus señas;
otros señalan la palabra necesaria
y todos
definitivamente todos,
nos repartimos un poco de la luz
como si fuera un pan y una esperanza.
Hay gritos que parecen mariposas
y hay mariposas que suenan más que los silencios.
Pero también hay silencios,
pavorosos,
en la mitad de la palabra.
No; no estamos solos para cortar las sombras.
La duda está en saber o dar por descontado
que conocemos el camino,
la ruta,
el tiempo,
este camino del animal al hombre.
Y desde entonces,
desde que hablamos de cualquier manera,
hay un hombre en la luz
que nos está llamando
desesperadamente.
No; no estamos solos para cortar las sombras,
ni para alimentar la vanidosa soledad,
darle un sentido al acto heroico,
tan repetidamente heroico, de vivir.
Algunos que no pueden hablar dejan sus señas;
otros señalan la palabra necesaria
y todos
definitivamente todos,
nos repartimos un poco de la luz
como si fuera un pan y una esperanza.
Hay gritos que parecen mariposas
y hay mariposas que suenan más que los silencios.
Pero también hay silencios,
pavorosos,
en la mitad de la palabra.
No; no estamos solos para cortar las sombras.
La duda está en saber o dar por descontado
que conocemos el camino,
la ruta,
el tiempo,
este camino del animal al hombre.
Y desde entonces,
desde que hablamos de cualquier manera,
hay un hombre en la luz
que nos está llamando
desesperadamente.
Los quiero.
Feliz 2020.
Cristina Leiva,
Cris, Lacarancha
Saludos findeañeros 2020
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha
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