“Murió en la
cárcel. Juzgado y condenado el ex dictador que detentó el poder entre 1976 y 1981, ejerciendo una
sangrienta y brutal represión contra toda oposición política”
La
noticia taladraba sus oídos una y otra vez sin tener consideración sobre lo que
ella sentía en esos momentos.
Una
incontenible mezcla de bronca, dolor, desprecio, tristeza, impotencia, de
callado llanto por 30 mil vidas que marcharon en un solo, angustiante aullido
que escapaba de sus gargantas atravesando el cosmos de punta a punta, rompiendo
la silenciosa nada del infinito, denunciando la picana.
¡Murió
el comandante! Cuantas dudas, cuantos sentimientos quedaron flotando en sus
pensamientos sin saber cómo manifestarlos, con qué palabras, con qué razón.
Cerró
los ojos y escuchó una voz muy lejana que le contaba que una vez hubo un dios
que procedió a crear los grandes monstruos marinos y todo ser moviente en el
mundo, pero como uno de ellos era el más despreciable de todos, el mismo mar lo
rechazó y en un estruendosa manifestación lo escupió sobre la costa dando
origen a un dictador.
Una
y otra vez se preguntó
-¿Fue un error de dios su creación?-
Tal vez, solo tal
vez, ¿se le olvidó de ponerle un alma?
¿Quizás la
escondiera dentro de una caracola?
¿Cómo?
¿Donde?
¿En qué momento un
ánima podía salir del cuerpo que la contenía y extraviarse... en la nada?
¿Habría perdido el
excelentísimo sr comandante esos 21 gramos que dicen por estos días que pesa
esa sustancia?
Cientos,
miles de dudas se le planteaban en su mente pero, como creyente en la
continuidad de la vida y la muerte, sabía que el alma al morir, si la tuvo y
pretendiera fusionarse al universo como lo haría la mía o la tuya al partir,
seria vomitada del gran caos cósmico obligándola a transformarse en un alma
trashumante, siempre errando por las sendas del tiempo por toda la eternidad,
sin poder nunca, jamás, descansar ni siquiera en la paz del mas abyecto de los
parásitos.
*Nota al margen:
Relato de terror escrito en la soledad de mi habitación un 17 de mayo de 2013 cuando mi única compañía era una radio y se anunciaba la muerte del asesino jorge rafael videla.
Hago notar que las minúsculas con que escribo su nombre representan mi repudio y desprecio.
El peso de la conciencia: 21 gramos
Cristina Leiva - Cris. Lacarancha
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