Sumido en sus propios pensamientos camina lentamente, sin rumbo; su soledad es grande y dolorosa, y sus miedos... ahhhh... sus miedos...sus miedos son tan profundos...
Vencido por el cansancio se sienta a los pies de un árbol, contra el muro y rompe en llanto. Ya se había dicho todas las palabras, se había inventado todas las excusas, había realizado todas las acciones. Nada más que agregar. Nada más por hacer. Los deseos y emociones que lo invaden y los que nunca expresó, los guardaría para siempre dentro de sí.
Tiene la certeza de que el tiempo es convencional, sin principios ni finales; que los proyectos de futuro son solo recuerdos viejos colgados de un anaquel en su memoria.
Él, que ha vivido muchos fines del mundo cómo nadie, sabe que en todos siempre estuvo presente la cruenta lucha por demostrar el poder de uno sobre el otro, abusando, aplastando, humillando, matando al más débil, sea niño, anciano, mujer u hombre y él, ya nada podía hacer.
Da por terminada su contienda… Sus creencias, sus valores se desmoronan cual castillos de arena en la orilla del mar.
Cree que ya nunca podrá cambiar este mundo por otro de amor, de respeto, de justicia; siente que su vida es como un lago estéril de aguas turbias donde la luna no puede reflejarse, como un espejismo caleidoscópico, burdo y cruel sobre un abismo, sin poder divisar en el horizonte la existencia del cielo ni del infierno.
Cierra los ojos y se deja ir.
Javier eugercio. el comentario que quisiste dejar en este tema el 29 de febrero 2020 que dice:"Tocas un tema que nos vincula a todos los humanos conscientes del mundo en que vivimos. Cuánto daño produce la inconsciencia, la animalidad primigenia con toda su crudeza y brutalidad. No me cuesta nada imaginar a ese hombre sabio, sensible, cansado de sentir en su alma el dolor que engendra la barbarie. Ese hombre desalentado, cuyo espíritu naufragó en la contienda, comprende que es la hora de partir y se quita de los hombros el peso del mundo, como un cristo que renuncia a cargar la cruz de la condena. Me gustó mucho, Cris, y así lo interpreté. Te mando un abrazo." por alguna extraña razon se publico en el relato siguiente: La última caracola
ResponderEliminarmuchas gracias por leer y comentar Javier. Es lo que alienta a todo escritor a seguir adelante. Interpretaste tal cual lo que yo quise expresar, asi es.
ResponderEliminarJajaja, los caminos y vericuetos de la tecnología son extraños y misteriosos. Nos ayuda mucho, pero cualquiera la entiende! Un abrazo!
ResponderEliminarGolpea, la brutalidad primigenia con toda su crudeza; y veo al hombre santo derrotado, harto de sentir en su alma el dolor que engendra la barbarie. Tuvo suficiente, su espíritu naufragó en la contienda y es hora de partir. En el borde del abismo, como un cristo renunciante, se quita de los hombros el peso del mundo y cierra los ojos por última vez. Javier Eugercio. Micro inspirado en Desaliento, de Cristina Leiva.
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