Las yemas de mis dedos


Buenos Aires, misteriosa Buenos Aires tan enigmática como siempre.

Recorro nuevamente tus calles adormecida en esta bomba de cemento de irrespirable vapor en el efímero instante en que el paseo entre San Telmo y Flores se puebla de memoria.

Cierro los ojos y toco  diferentes texturas.

Hay una que me regocija, que me gusta más que otras; acariciar una piel a oscuras me transmite sensaciones y  emociones de sedosos matices iridiscentes y luego, esa sensación persiste en el tiempo por culpa de las traicioneras yemas de mis dedos que impiden el olvido.

Reminiscencias de besos encerrados, de abrazos invisibles, de suspiros apagados, de lágrimas ahogadas en mi corazón muerto dibujan en mi alma pompas de jabón.

Remembranzas vacías, inexistentes.

Recuerdos de lo que nunca fue se niegan a marcharse y un eco lejano que circula entre las paredes de altos edificios traen a mi oído aquella olvidada voz que surgía de la nada, susurrando:

Esto es el amor, negrita...

Y Siento en mi espalda sus caricias y me estremezco y me seco una lágrima.

Las yemas de mis dedos, las traicioneras yemas de mis dedos que regresan a mi mente la recóndita sensación táctil del contacto con su piel encendiendo mi cuerpo, de impúdicos deseos, de oscura lujuria, de fuego... de irresistibles ganas de confundirme otra vez con la eterna danza del amor  y nuevamente dejarme engañar.

Detengo mis pasos y miro mis manos.

Absorta contemplo mis dedos que con extrema lentitud se desintegran hasta desaparecer definitivamente entre el caos porteño, liberándome.

El recuerdo de lo que no fue parecía tan real, y tan a destiempo.



La yema de mis dedos
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha



                                                   Adriana Varela & Jaime Roos - Amandote




La princesa de mi castillo llamada Alibeth


Una vez, hace tantos años que ya parece una leyenda, una
hermosa princesa llamada Alibeth habitaba mi castillo: el mas grande, cálido, fuerte y contenedor.

 La mamá de la princesa de mi castillo pensaba que Alibeth era un poquitín tímida; al menos eso creía ella, y como la amaba con locura quería evitarle todos los sufrimientos de la vida,  todas las decepciones a las que se vería expuesta al crecer, así que decidió atarla a la pata de la cama con un hermoso lazo de seda rosa, para que nada ni nadie pudiera lastimarla.

Alibeth no podía salir, ni tener amigos, ni nada. 

Todo lo tenía dentro de mi castillo, cálido, grande, fuerte y contenedor, pero, como siempre hay un pero en todas las historias, Alibeth creció y comenzó a soñar, y a anhelar otras experiencias. ¿Cómo podría hacer para vivirlas si estaba atada a la pata de la cama?...

Ella no quería tampoco lastimar a su mamá, así que pasaba día
tras día sin oponer resistencia, pero su alegría iba desapareciendo poco a poco, hasta que una noche, en un dulce sueño se le apareció su hada madrina y le hizo ver que su lazo la mantenía atada a la pata de su cama porque era ella misma la que no se atrevía a desatarlo y salir del castillo a explorar nuevos mundos y si no se atrevía, era porque aún no estaba preparada para partir.

Alibeth despertó sintiéndose extrañamente feliz, satisfecha. 

Cerró sus ojos con fuerza. Se hizo finita, finita, finita, hasta que su finitud fue tanta que se volvió un hilo luminoso que se deslizó suavemente por entre los pliegos del nudo de seda rosa.

 Y se elevó sobre el castillo convertida en un pájaro de luz. Dio unas vueltas sobre él en señal de despedida y agradecimiento.

Quería impregnar sus retinas con la calidez, el amor y el confort que la había contenido hasta entonces y voló tan alto como sus alas se lo permitieron, tan alto como ella se lo propuso buscando nuevos horizontes.

 Había comprendido que las experiencias ajenas no le servían y fue en busca de las propias.

                    

La princesa de mi castillo llamada Alibeth
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha


Música Celta Instrumental// Adrian Von Ziegler


Este amor apasionado

Hace frío... llueve. Mi piel te reclama y mis sentidos, todos, le hacen coro a ese clamor: vuelve... vuelve, amor, vuelve... te quiero cerca... tan cerca que sienta el palpitar de tu corazón junto al mío, de tu sangre caliente... bullendo... corriendo arrebatada por tus venas, pujando por salir.
Ya no me basta bordar palabras doradas en tu cuerpo, ni grabar con fuego rosas rojas en mi piel para demostrarte mi pasión y así todos sepan que me amas...que te amo...que te pertenezco... que me perteneces...
No... ya no me basta...

Ahora solo espero guardar para siempre dentro de mí tu mirada anhelante y beber, cual embriagador licor, hasta la última gota de tu sangre.
Este amor apasionado 
(Cristina Leiva - Cris, Lacarancha)

Chavela Vargas - Volver, volver


Una tarde perfecta


Migrando kalpas, tras kalpas, tras kalpas, llega hasta aquí un 
tanto cansada en busca de su tarde perfecta: 

Poder ser luz... ser brisa...simplemente, ser...

Poder ser un mantel blanco ante una mesa servida... un vaso de agua fresca... un trozo de pan de campo, caliente y con mucha miga... una copa de vino...  la mirada vacía de un recién nacido que refleja en esa vaciedad la inocencia de su inexperiencia... y nuevamente, ser…ç

 Poder también ser música... ser letras, cuentos, historias vagando en el espacio... un poema de amor y una lágrima emocionada... una danza de a dos... un orgasmo pleno...

Definitivamente poder, al fin, ser paz... ser sangre... simplemente, ser...
Si, ser… Ser…ser un corazón que late...

Ser...solo ser…

Ser así, sin cuerpo, sólo una mente que descansa y luego, al ponerse el sol, culminando la tarde, continuar su viaje hacia otras existencias, volviendo a migrar kalpas tras kalpas hasta el fin de su aprendizaje....

                                                                
                                                                     Una tarde perfecta
                                                           (Cristina Leiva - Cris, Lacarancha)




Mayssa karaa - Concerto pour une voix (Saint-Preux)











Urgencia

Urgencia

Autoría de A.M.O.


AMOR (Cortometraje animado)



Antes que nada y después de todo, 
confieso que solo tengo una urgencia: vos.
                                                             
el amor



Nostálgica y sentimental

Siempre abstraída en sus pensamientos miraba sin mirar. Ni ella misma sabía a qué o quién, solo tenía en claro su cansancio, tremendo, desgarrador y siempre tan solitario.
Aunque su sentir era indiferente e incomprensible para cualquiera, ella, siempre erguida, les servía de sostén a todos los que necesitaban de su fortaleza, ya sea para descansar o para aprovechar su luz buscando un camino, pero este era un día muy especial.
Acurrucada bajo la lluvia torrencial que se desataba en ese cielo porteño, melancólica, recordaba sus 100 años de vida, de estar siempre así, abstraída en sus pensamientos., mirando sin mirar ¿a qué?... ¿a quién?... y continuaba sin saberlo.

Solo tenía en claro su cansancio.
Sabía que el mejor regalo que podía hacerse a sí misma era permitirse tan solo por un día no sostener a nadie, sólo a sí misma, apagarse, ser débil, recostarse sobre los hombros del amor, llorar sin ocultarse y gritar... ¡basta!...

Su sentido de la responsabilidad ese día le pesaba tanto,  tanto, que no se atrevió ni a tomarse un breve descanso y cuando paró de llover guardó la última lágrima y erguida y fuerte como siempre y  esbozando una comprensiva sonrisa en la que nadie reparaba, se dijo:

- que se apoyen en mí como siempre.

Y la columna del alumbrado público iluminó la ciudad y nadie, en esos 100 años sospechó jamás que ella era una columna nostálgica y sentimental,  hasta que paso un columnologo que la vio, se enamoraron y según lo último que supe, vivieron cien años más siendo felices y comiendo perdices.


Nostálgica y sentimental
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha

Otros Aires - Milonga sentimental



Descubrir mi instante

En este instante de relajación y tranquilidad puedo comprender la concepción del universo todo... del paisaje de los astros y sus satélites latiendo al unísono en perfecta armonía entre la tranquilidad y el caos, entre la oscuridad y la luz, entre el sonido y el silencio absoluto, total...

Y en esta contemplación de la realidad que me circunda, llego a entender el por qué en ese espacio infinito que admiro, que me intriga, me subyuga e inquieta, hay una... dos... mil lunas diferentes que se encuentran allí, en el cielo, a cuarenta mil yojanas de distancia y más, pero pese a ello, sus reflejos aparecen siempre misteriosos, melancólicos, insinuantes... muy excitantes, tanto en las briosas aguas que brotan de una cascada como en la paz dulce y serena de un lagunar.

Y al entender este concepto de integridad universal, comprendo al fin con mi propia vida, una realidad que no supe ver, y me siento satisfecha.

He descubierto el misterio de mi propia creación... de quien soy... que hago... para que estoy... asimilando definitivamente que el universo vive en mis ojos, que mi cuerpo es el universo con todos sus sonidos... sus silencios... sus luces y oscuridades... con sus soles... con todos sus satélites que me invitan a viajar solo con desearlo, cerrando mis ojos y abriendo mi alma y mis sentidos a distintas emociones, por todas mis lunas posibles, desde Phobos, que visito cuando me invaden mis miedos y me inclino a mi propia destrucción, hasta Europa, donde me dejo llevar en la exaltación de los fuegos del amor pero siempre, al reencontrarme a mí misma y hacerme cargo de mis circunstancias, inmediatamente mi mejor luna vuelve a reflejarse en mis aguas sosegadas y mansas, regalándome serenidad.
Descubrir mi instante
(Cristina Leiva - Cris, Lacarancha)
a Graciela Galarza (grace)
 una vieja amiga de mi juventud