Ngenechen


El arrullo del viento acompaña sus días. Hoy su hogar es la espesura cordillerana y su mayor gozo sigue siendo el sentir bajo sus pies el pastoso crujir de las hojas secas del invierno.

Recuerda aquel día tan especial. Los árboles habían atrapado a la luna entre sus ramas pintando el paisaje de un halo especial... brillante...luminoso, cuando todo comenzó.

La fría tonalidad tenue y azulada se transformaba con lentitud en los cálidos colores terracotas que se encienden de rojo ante la presencia del amor y dejándose ganar por la nostalgia, asoma desde las profundidades de la tierra y se tiende a soñar.

Su sueño le trae lujuriosos recuerdos de aquel arroyo formado por las heladas aguas del deshielo que venían socavando sus entrañas desde el Tronador y que emergían con vigorosa energía en aquella torrentosa Cascada de los alerces.

Se ve reflejada en el voluptuoso espejo de esas aguas que la erosionaban y pese al dolor y al cansancio en que la sumía ese pasional momento cuanto placer sintió al evocar esos instantes tan íntimos, intensos, mágicos en que se dejó envolver, hacia tanto tiempo ya, por frenéticas y perfumadas caricias de aquel eterno chispazo de amor.

Al salir de su ensoñación preguntó a Ngenechen si ése intervalo apasionado de su existencia había sido un aparente instante carente de ternura, pero no esperó su respuesta.


Ngenechen
Cristina Lieva - Cris, Lacarancha




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