La ultima caracola

Aunque es invierno y pese al frio viento que acaricia su rostro, se sienta en la solitaria playa frente al pacífico contemplando el mar admirando, plácida y serena, el asedio de las olas que arremolinadas, besan sus pies y se retiran, dejándole de regalo la última caracola.

La recoge, la acerca a su oído y escucha el oleaje emocionado que le cuenta historias de tiempos remotos, le habla de su furia, le habla de su paz, de su amor por la luna, de sus baños de lluvia, de sus sueños de mar.

Y ella lo entiende. Lo comprende como nadie y se deja seducir.

El, con un excitante susurro la atrae hacia si invitándola a penetrarlo en un desesperado acto de desenfrenada pasión.

Ella accede y se interna en él, perteneciéndole definitivamente.

La caracola, sola sobre la arena, única testigo de esta sensual unión, ofrenda al sol su brillo nacarado, y se sonroja.

La última caracola
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha



1 comentario:

  1. Tocas un tema que nos vincula a todos los humanos conscientes del mundo en que vivimos. Cuánto daño produce la inconsciencia, la animalidad primigenia con toda su crudeza y brutalidad. No me cuesta nada imaginar a ese hombre sabio, sensible, cansado de sentir en su alma el dolor que engendra la barbarie. Ese hombre desalentado, cuyo espíritu naufragó en la contienda, comprende que es la hora de partir y se quita de los hombros el peso del mundo, como un cristo que renuncia a cargar la cruz de la condena. Me gustó mucho, Cris, y así lo interpreté. Te mando un abrazo.

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