Últimos momentos


Llegando a los 80 recostada en su cama, meditaba esperando mansamente, entregada, sin dar ya pelea.

Viendo pasar por sus ojos cual espectadora de una vida que no fuera suya, parte de los años mas importantes para ella: su casamiento... su amor... su desgaste... su soledad... sintiéndose acorralada contra las paredes de un cañadón... acosada por sus propios fantasmas, y hacia abajo... el precipicio.

Sabía que su hora se acercaba, que su reloj se detendría justo a las 12... al terminar el día. Su día.

Consciente que ya no era la joven intrépida, aguerrida, que enfrentaba a cualquiera con la seguridad de vencerlos fácilmente, que ya no era la joven cazadora de emociones y sensaciones que la hacían vibrar, no...

Solo esperaba... y se dejaba llevar por sus pensamientos.

Con esfuerzo, intentó escribir:

"Amor, si supieras tantas, pero tantas noches que esperé despierta tu regreso, queriendo abrazarte muy fuerte, acariciarte... pero nunca pudo ser porque me alejabas de ti con desgano...

 Amor, si supieras las noches que esperé despierta tu regreso, con la ilusión de escuchar tus proyectos, de compartir tu día, de contarte de mis esperanzas...  de sentir un " te quiero " dulce y quedo en mis oídos...pero nunca pudo ser porque jamás me hablas...

Amor, si supieras de todas las noches que pase soñando con tus besos,  con tus manos recorrer mi cuerpo con pasión, que me hicieras el amor con amor, con que todos los poros de mi piel se abrieran para ti con ansiedad,... pero no pudo ser... jamás me tocas... jamás me besas... jamás me miras... jamás me escuchas... pero aun así, te sigo sintiendo... Mi Amor...

Ya no recordaba en qué momento se dejó vencer... ni sus ideas ni su fuerza emocional eran los de antes... Sus demonios internos la cercaban. sus aullidos se le hacían insoportables.

Todo era como un cruel juego del destino.

La pregunta de su existencia estaba allí, latente, presente, sin necesidad de ser expresada... ¿Valió la pena vivir sin emoción?...

Su tiempo había pasado y debía enfrentarse con la muerte...

El llegó. solo encontró entre sus manos una hoja en blanco y como única muestra de que hubo vida hasta hacia unos pocos instantes, la huella de una lágrima recorriendo su mejilla.


El reloj tocaba 12 campanadas.



Últimos momentos
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha



Elena Tarvid - Adagio (Albinoni) 


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