Acurrucado,
desde abajo observo lo que acontece y me entrego mansamente a un diálogo
conmovedor e íntimo con la naturaleza. La
inmensa soledad dibuja en mi espíritu piruetas que recorren todo mi ser
llegando hasta mi alma y es entonces cuando me pregunto si yo como ella,
seremos frutos de un mismo ser fecundados en un rato de nostalgia.
El viento
refresca mi cara y de repente se enfurece haciéndome doblar el cuerpo,
obligándome a besar la tierra, hasta que
la noche rompe su oscuridad con el fulgor de un rayo que recorre los cielos
directamente hacia mí. Siento un dolor estremecido que recorre mi cuerpo,todo.
.Me acurruco y tiemblo, mis pies me mantienen sudoroso y lastimado, sin
poder huir pero yo no quiero escapar; parece que caigo, que me dejo
vencer, que me voy, que el viento me lleva,pero recupero mi ánimo, enfrento la tormenta que pretende
doblegarme y los rayos que me hieren y el agua que me ahoga y el fuego
que me quema y, con esfuerzo, me yergo.
Junto con
la mañana despierto de mi sueño de hielo e historia recibiendo en mis hojas
más altas, el primer rayo de luz que con su calor me predice días de gloria.
Todo el
paisaje sabe que soy el único con derechos a conocer los secretos de natura,
porque sus dioses viven en mi follaje y el mecer de mi copa no hace vano el
recorrido de la vida.
Y
agradecido…ofrendo un piñón.
Érase una vez un Pehuén
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha
Franz
Liszt - Consolation Nr. 3
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