Extraña nochecita la de hoy. La luna está
en su mejor fase. Plenilunio. Iluminación plena.
Me observo al espejo sin reconocerme. Me busco
en su reflejo y no me veo; su luna me devuelve otros ojos que no son los míos.
Unas pupilas detrás de otras surgen burbujeantes, a
borbotones, como brota el agua fresca de una vertiente.
En
el preciso instante en que el ángulo de elongación de nuestro satélite es de 0º, mi nivel de conciencia se abre en una gigantesca horqueta y es entonces cuando en
mi espejo se unen los ojos de mi bis abuela... los ojos de mi abuela... los
ojos de mi madre... mis propios ojos... los ojos de mi hija…los ojos de mi
nieta entretejiendo sus miradas con historias de otras épocas de dulzores y de
penas y azorados, pretenden escapar de esa fotografía mental en la que están atrapados
en los míos, desde el más remoto de los pasados, al presente y al futuro, ávidos por romper
sus cadenas dispuestos a cumplir cada uno son su misión de experiencia y de
porvenir.
Plenilunio
Cristina Leiva - Cris. Lacarancha
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