En las cálidas tardecitas de verano, con
cada ocaso del sol, sube presuroso a los tejados y desde allí espera, ansioso,
su llegada.
Selene lo sabe y coqueta, se hace desear.
El pasa noches enteras custodiando los rayos de la luna mientras su sequito de
estrellas resplandece mucho más bordando el azul cristalino de ese cielo
nocturno que la rodea.
Ella, agradecida por su enamorada custodia
le regala desde lo alto, una ilusión.
Se
convierte, solo para él, en un enorme ovillo de hebras blancas, sedosas y
brillantes y lo invita a jugar.
Loas a mi gato
Custodiando los rayos de la luna
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha
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