Dicen
las lenguas de la ciencia que las lágrimas lubrican y mantienen húmedos los
ojos, pero ¡que sabe la ciencia cuando analiza y estudia desde la frialdad de
la física y de la química!, pretendiendo traducir en números y formulas
enigmáticas los sentimientos que nos inundan el alma y que nos hacen desbordar
en un llanto amargo, apesadumbrado, o en un silencioso sollozo cargado de
nostalgia, o en esas lágrimas emocionadas que estallan incontrolables con la
llegada de ese vibrato producto de un orgasmo pleno cuando el arco del amor
frota las cuerdas del chelo que habita en el corazón.
La ciencia... ¡que sabe la ciencia
cuando asegura que las lágrimas son saladas porque provienen del plasma de la
sangre!; que nosotros, hombres y mujeres de este mundo somos salados.
¡Que sabe la ciencia...!, si las
mías son saladas porque provienen del mar y a él las devuelvo cuando me arrimo
a su orilla dejándolas caer en su regazo, y entonces se me acerca dejando a
mis pies corderitos plateados que en su andar, canjeara a los cielos por
gigantescos oleajes diamantinos, me acaricia con suavidad y se retira.
Sabor a mar
Cristina Leiva - Cris, Lacarancha
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